Autor: Antonio Machado Carrillo
Thomas Vernon Wollaston, nacido en Scotter (Lincolnshire, Inglaterra) en marzo de 1822, sufrió un ataque de tuberculosis pulmonar cuando tenía 24 años, apenas un año después de graduarse en Cambridge. Esta circunstancia hizo que eligiera la isla de Madeira para pasar el invierno de 1847-1848. Allí contactó con el reverendo R. T. Lowe, párroco inglés en la isla, y consumado naturalista a la moda tan extendida en la época dorada de la ciencia victoriana (1820-1860). Las colectas de insectos y moluscos que realizara Wollaston en este primer viaje para matar el tiempo, se convirtieron luego en un serio proyecto científico de estudio geográfico de la fauna de coleópteros de las islas atlánticas. Apoyado por Richard Lowe y John Gray —que le ofreció su yate para viajar por las islas— volvería a Madeira en repetidas ocasiones (siete viajes) y sus estudios se ampliarían a las islas Salvajes, Canarias (dos viajes), Cabo Verde y a Santa Elena.
Además de la detallada cronología de estos viajes, se da noticia del destino del material por él colectado, así como de otro material aportado por colegas que también visitaron las Islas y que Wollaston tuvo oportunidad de estudiar. Se aporta información sobre las llamadas “colecciones Wollaston” (Londres, Oxford, Washington), registro de localidades, material típico y demás aspectos de interés para la Taxonomía. Así mismo, se aporta la crítica de Wollaston a la teoría de Darwin.
La vida de Wollaston es un excelente ejemplo de cómo el desfavorable clima de Inglaterra ha propiciado el estudio de la naturaleza en Madeira y las islas Canarias, donde recalaba un permanente flujo de convalecientes, entre ellos, muchos eminentes viajeros y naturalistas. Es asimismo un ejemplo admirable de la victoria del espíritu sobre el cuerpo, pero también del tremendo freno que las creencias religiosas han supuesto generalmente al avance de la Ciencia.